Con manifiesta injusticia se ha indicado que los estafados
por las participaciones preferentes y las obligaciones subordinadas cayeron en
su propia trampa llevados por su infinita avaricia. Es una afirmación que se
saca a relucir con frecuencia. Sin embargo, quien piense de tal forma, en mi
humilde opinión está equivocado. A los estafados se les colocó dicho producto
tóxico en un contexto de recapitalización de la banca, pero sobre todo,
mediante engaño.
Este engaño se está poniendo de manifiesto con el «Argumentario
Comercial», documento confidencial distribuido por la red comercial de Caja
Madrid (hoy Bankia) para comercializar. La propia naturaliza jurídica de las
participaciones preferentes hacen por ejemplo que cualquier promesa de garantía
al 100% por la entidad es pura falacia. Pura falacia porque las participaciones
preferentes es un recurso propio de la entidad (Art. 7 de la Ley 13/1985), y
según la Disposición Adicional 2ª de esa misma Ley el devengo de la
remuneración (cupones o intereses) «estará condicionado a la existencia de
beneficios distribuibles». Es decir, no está garantizado el capital colocado,
por mucho que los comerciales dijeran que sí lo estaba, como constan en
sus documentos, antes secretos, y ahora no.